SEÑORES, VIENE LA PARTE PROFUNDA, POCO GRACIOSA Y PORNO DEL MONÓLOGO, ¡CUIDADO!
Entonces, todas las pinches noches, antes de irse a dormir, Stacey se sometía a una rutina bastante "peculiar". Ahí estaba ella, acostada en su puta cama, con las luces apagadas y el cuarto en un silencio inquietante, mientras se masturbaba lentamente, en una especie de intento desesperado para despejar su mente... ¿A poco sí, Stacey? Ah, pero en lugar de sentir el alivio o la excitación esperada, su mente no podía dejar de darle vueltas al mismo perro pensamiento: el recuerdo de aquel extraño suceso en ZZ Studios.
Mientras sus dedos se movían con ritmo constante, metiéndose y sacándose de su vagina, cada caricia y cada toque parecían estar en un pinche loop interminable de frustración. Su mente, en lugar de centrarse en el placer físico, estaba atrapada en un desmadre de pensamientos obsesivos. Se le venía a la cabeza la imagen de Sabrina, aquella cabrona que, sin hacer mucho (nada) esfuerzo, lograba ser considerada más caliente que ella.
Stacey no se la creía. La frustración la estaba chingando. Era como si Sabrina tuviera algún secreto oculto, algo que ella no entendía. ¿Era su forma de vestir? ¿Era su actitud reservada? ¿O eran esos putos pantalones ajustados que Sabrina usaba para simular de forma consistente su pelaje? Cada vez que Stacey se metía los dedos, pensaba: "¿Es eso lo que me falta? ¿Es esa la diferencia?" Su mente se llenaba de preguntas sin respuestas.
El colmo era cuando comenzaba a fantasear con detalles cada vez más absurdos y pendejos. Se imaginaba a Sabrina deslizándose por la orilla de su cama, sin decir nada, simplemente con esa mirada cautivadora que parecía hipnotizar a todos. Se preguntaba si era su aura, su manera de moverse, o incluso el simple hecho de que Sabrina no necesitaba esforzarse para destacar. Todo eso se acumulaba en su mente mientras sus dedos se movían más rápido y su respiración se volvía más agitada.
Y entonces, en el clímax de su frustración, el pensamiento de Sabrina se mezclaba con la desesperación. En su mente, las ideas se volvían cada vez más absurdas y extremas. "¿Tal vez es el color azul cielo de su camisa? ¿O cómo se mueve? ¡¿Es eso?! ¡¿Qué es lo que tengo que hacer para superar esta mierda?!" Los pensamientos se mezclaban con su propio placer físico, creando una mezcla confusa de deseos insatisfechos y frustración aguda.
Finalmente, cuando el clímax llegaba, el grito de "¡AAAAHHHHH ME VENGO!" era más una expresión de liberación de la angustia que de verdadero placer. Al terminar, el alivio era en vano, porque nada cambiaba, wey. La imagen de Sabrina seguía ahí, presente y omnipresente, como una sombra que no la dejaba en paz.
Stacey se encontraba en una pinche especie de círculo vicioso, buscando respuestas y comparaciones, pero sin lograr encontrar nada concreto que realmente la ayudara a superar su puta inseguridad jodida. A pesar de sus esfuerzos (claro... como si masturbarse fuera un esfuerzo), el único resultado era un cansancio mental que nunca llegaba a la solución deseada. Todo se reducía a una serie de intentos infructuosos por encontrar alguna pista que explicara por qué Sabrina, la aparentemente inofensiva diseñadora, lograba ser más irresistible que ella.
¡PERO YA, SEÑORES, VOLVEMOS AL RITMO NORMAL Y LES CUENTO EL DESENLACE DE ESTE PUTO MONÓLOGO QUE YA SE EXTENDIÓ DEMASIADO!
Unos días después, con ese pinche insulto todavía en la cabeza y de haber pasado por tantas jaladas mentales (y de las otras también), Stacey decide hacer lo impensable: va a visitar a Sabrina a su casa. Sí, cabrón, a Sabrina. Finalmente, Stacey tuvo los putos ovarios de enfrentar a la competencia, esa pinche nerd, la cual jamás se imaginó que una perra como Stacey la iría a visitar.
Cuando Stacey llega, Sabrina la ve con ojos de confusión, como diciendo: "¿Qué chingados hace esta aquí?" Pero siendo la educada que es, la deja pasar.
Y ahí están, las dos sentadas, platicando como si fueran amigas de toda la vida, aunque la neta ni se llevan. Sabrina con su cara de "¿A que viene esta prostituta?" Y Stacey, pues, tratando de sacar el tema sin parecer que le urge.
Finalmente, después de un rato de pendejadas y conversaciones superficiales, Stacey va al grano y le suelta la pinche pregunta del millón: "Oye, Sabrina, ¿cuál es tu pinche secreto? ¿Cómo le haces para ser tan atractiva y caliente sin enseñar la panocha y las tetas? ¡Dímelo, porque necesito saberlo ya!" Sabrina, obviamente sacada de onda, le pregunta que quién chingados le dijo eso, y por qué la pinche pregunta tan directa. Stacey, tratando de no verse como una desesperada, le cuenta lo de aquel hijo de su puta madre en el callejón.
Sabrina se ríe, porque no mames, es tan absurdo que ni ella puede creerlo. Le dice a Stacey que no hay ningún pinche secreto, que simplemente ella es como es, se trata de "Ser tu misma", y que si a la gente le gusta, pues a toda madre. En eso, Sabrina nota que Stacey ni siquiera trae sostén, y que sus pezones están tan marcados que podrían cortar vidrio. Pero eso no es todo, cabrón. También se da cuenta de que la pendeja trae un cameltoe tan pronunciado que parece que lo trae para presumir. Así que Sabrina, siendo directa, le dice: "Stacey...¿Por qué tienes que ser tan puta y sinvergüenza siempre, incluso fuera del set? ¿Es que no puedes ser normal un ratito?"
Stacey, bien confiada en su proxima respuesta, se ve a sí misma, le da unas palmaditas a su cameltoe como si fuera una chingada masa para hacer pizza, para comprobar si está mojado, o no (Spoiler: si lo está) y le dice con tono seductor: "Pues, estoy siendo yo misma, Sabrina. Aunque, bueno, parece que ser una misma funciona para unas y para otras no. ¿No es así?" ¡Que indirecta tan directa, que hija de su puta madre!
Sabrina, con su paciencia ya agotada, y teniendo que lanzar su puta moral al suelo, le responde: "¿Por qué le das palmaditas a tu zona íntima enfrente mío? ¿O sea, para qué? ¡Stacey, no!" Pero antes de que Stacey pueda soltar otra de sus pendejadas, Sabrina se le adelanta y le dice todo lo que necesitaba oír: "¿Sabes qué, Stacey? Olvida esa estupidez de "Ser tu misma" que te dije. ¡Por dios! ¿Que acaso no lo ves? ¿No te das cuenta? Deja de estarte preocupando por lo que dijo UN SOLO imbécil! Hay un montón de hombres y mujeres por igual que se excitan y se masturban viéndote en tus películas e imágenes porno de ZZ Studios, ¡hasta eyacular!, te ven como una sex symbol, una diosa, ¡Eres sensual, Stacey! ¡Eres caliente! Y te lo digo yo, que ya sabes que no me meto en estos terrenos. Así que, por favor, ¡entra en razón, estúpida!"
Stacey, finalmente, como si le hubieran dado un putazo de realidad, parece entender el punto. Sonríe, se levanta y dice: "Gracias, Sabrina. Tenías razón. No debería preocuparme por las opiniones de un solo pendejo" Pero Sabrina no terminó ahí: "¿Tan difícil era verlo de esa forma? ¡Ay, Stacey! Ándale ya pues, de nada, y no olvides ponerte un sosten para la otra, ¡y deja de presumir tu cameltoe, por favor!" Stacey se ríe y responde: "¡Ni madres, Sabrina! Estoy siendo yo misma, ¿recuerdas?" Sabrina solo sonríe y ambas se despiden compartiendo buenas vibras.
Y así, la Stacey se va caminando por la calle, con la cabeza en alto, su cameltoe bien marcado y los pezones apuntando al horizonte, sintiéndose más segura que nunca de quién es y lo que representa. Porque al final del día, cada quien tiene su propio brillo, ya sea mostrando todo al mundo o guardando un poco para la imaginación.
¡Y colorín colorado, señores! Así terminó nuestra "pequeña" historia monólogueada de la Stacey Skunkette. A la próxima que la vean en una ilustración o dibujo de Schwartz, piensen en esto: hasta las estrellas porno tienen sus pinches crisis existenciales, pero al final del día, lo que importa es ser uno mismo... o al menos eso dicen para justificar el desmadre que se traen.
¡Muchas gracias por leer este monólogo, señores, espero que les haya encantado así como a mi escribirlo!
Atentamente y con mucho amor: ¡Ratoncillo!